jueves, 23 de mayo de 2013

Piedra a piedra, año tras año


Historia y evolución de Santa María de Palacio.

Apuntes históricos:
Está ubicada entre dos arterias principales del casco antiguo de la ciudad, la calle Ruavieja y la calle Mayor de Logroño. Su fundación se remonta al siglo XII. En el inicio de las ordenes religioso-militares en los Reinos Hispanos.
En 1155 el rey-emperador Alfonso VII de Castilla y León, realiza la donación de su Palacio, casa y heredades en Logroño, a la Orden del santo sepulcro para la construcción de la Iglesia. Debido a esa donación, recibe el título de imperial y se acoge al grupo de edificios de Patronazgo Real, confirmada posteriormente por otros reyes.

Iglesia Imperial.
Es imperial porque Alfonso VII, rey de castilla y león, es proclamado emperador de todas las Españas en una época en que había rey en Galicia, castilla león, navarra, Aragón y las taifas. Estos reyes le juran vasallaje. En 1155 dona sus posesiones en Logroño y ordena la construcción de una iglesia. Para entonces lo árabes ya habían bajado del Duero al tajo y El cid ya había conquistado San Esteban. Le interesaba repoblar este territorio, entonces desierto. La donación de sus bienes y su Palacio tuvo como objetivo la fundación de una iglesia que fuera un punto importante en el recorrido del Camino de Santiago, ello contribuiría al asentamiento de pobladores. La Iglesia de Palacio contó con el título de Imperial.
Otro hecho anterior clave para el engrandecimiento de Logroño y de la iglesia de Palacio fueron los fueros recibidos por Alfonso VI. Interesado en repoblar dicho territorio, otorgo una serie de privilegios. El fuero consistía en poder cobrar aranceles de Navarra a Castilla. También prometía a los villanos que se estableciesen en Logroño, que no se les haría pagar por sus delitos acarreados de otros territorios. Logroño, en el tema jurídico era independiente de cualquier otro señor que no fuera el Rey. Estos aspectos fueron decisivos para la evolución de la ciudad.

Retablo.
La iglesia Imperial Santa María de Palacio cuenta con un magnífico retablo de estilo barroco. Obra de Arnau de Bruselas, escultor renacentista.
La construcción del retablo se data en 1561. Su arquitectura romanista, está dominada por el purismo clasista de sus líneas, destacando dos poderosas columnas en los extremos. Cuenta con un acabado renacentista.
Está dedicado a la asunción de la Virgen María, titular de la Iglesia Imperial.



Aguja.
Alfonso VII, Emperador de las Españas, dona sus posesiones y ordena la construcción de una iglesia en el lugar que se encuentra su palacio. Este edificio, es rematado con un cimborrio con forma de corona imperial, para que se sepa por siempre que la iglesia es de patronazgo real.
De la estructura original se conserva el cimborrio piramidal de ocho lados de estilo gótico en forma de corona imperial. La aguja forma parte de la silueta de la ciudad de Logroño, es visible desde muchos puntos de la ciudad.
La aguja es el elemento más representativo de la iglesia. Fue construida en el siglo XIII. Su forma se basa en una linterna octogonal sobre trompas que sirven como soporte a una estilizada flecha de ocho caras en forma de pirámide. En la base de la aguja, en sus ocho caras, hay ocho cuerpos salientes, cada una de las ventanas que se abren en forma apuntada.
En 1671 la aguja estaba tan deteriorada que estuvo en peligro de que fuera derrumbada. Tal era la situación, que se tomaron medidas de seguridad como la prohibición del paso de carruajes por la Calle Ruavieja. Finalmente se decide reformar toda la iglesia. Se conserva la aguja a costa de perder los ventanales de la base, con lo cual se priva al templo de la luz que penetraba por estas. Estas obras finalizan en 1750.
 
XII-XIII
1. Antes de la fundación de Giraldo, ya existió una casa orden, Santa María la Vieja. Esta casa de la Orden estaba situada donde ahora se encuentra el claustro de Palacio y se encargaba de auxiliar a los peregrinos del Camino de Santiago. Esta pequeña iglesia se encontró en la claridad del claustro.
2. Se remata con un cimborrio, la aguja, el palacio de Alfonso VII.

XIV-XV
En el siglo XV el santo sepulcro pierde su papel, pese a ser la orden receptora de la donación de Alfonso en su fundación. Don Rodrigo de Cabredo, beneficiario de la iglesia, realiza importantes donaciones y establece un régimen de funcionamiento interno que no se cambiaría hasta el siglo XVIII por orden de Carlos III en 1778.
1. Palacio se amplía y se construye la capilla de San Marcos en la nave del evangelio. En esta capilla se encuentra hoy en día expuesta la Virgen del Ebro, imagen encontrada en dicho río en el siglo XIX. La estatua data del siglo XIII. En este mismo lugar se encuentra expuesta la Virgen de la Antigua (siglo XII), esculpida en piedra.
2. Se empieza a construir el claustro rodeando Santa María la Vieja. Hoy en día solo se conservan de esta época las ventanas del ala oeste.
3. Se construye la capilla de santa engracia, detrás de la cabecera de la iglesia. Se trataba de una capilla exterior de la iglesia.

XVI-XVII
En 1518 se concede una bula por la que Santa María de palacio pasa a ser Colegial, al igual que Santa María La Redonda.
En 1520, Carlos I de España y V de Alemania, visita la ciudad. En Palacio jura guardar los fueros y privilegios de la ciudad de Logroño:

“Después de haber entrado en dicha ciudad, el Emperador Carlos I, por la puerta de San Francisco, a donde la justicia y regimiento de dicha ciudad salieron a recibir, le metieron desde la dicha puerta en la ciudad debajo de un palio brocado, trayendo la justicia y regimiento las varas de dicho palio.
Vino así a la Iglesia Colegial e Imperial de Santa María de Palacio de la dicha ciudad de Logroño [...], según e como es costumbre de entrar en dicha Iglesia, cuando los reyes de España nuevamente vienen a la dicha ciudad y la primera vez después de reinar y son reyes [...].
Acabada la oración, en presencia de los notarios púbicos [...] y de todos los caballeros e prelados y obispos y otras personas que con su majestad venían, Juan de León, canónigo de dicha Iglesia [...], puso un libro de los evangelios sobre él y una cruz, y dijo: vuestra majestad ha de jurar de guardar los privilegios e usos e costumbres de esta Iglesia, edificada por Don Alfonso, Rey de Castilla, Esperador de gloriosa memoria [...] e su majestad dijo y respondió que así lo juraba, e juró cumplir y guardar, según e de la manera que ello decía en la dicha erección y bulas se contenía [...]”

En esta época contó con importantes donaciones de reliquias, destacando las recibidas por el Emperador Fernando de Alemania, hermano de Carlos I.
En la obra del siglo XVI, desaparecieron los pilares románicos que separaban las naves laterales de la central, siendo sustituidos o revestidos por los cuatro pilares que tapan el arranque de los arcos y de los nervios de las bóvedas del siglo XIII con que se cubren las naves laterales. Entre los siglos XV y XVI se reconstruyeron el crucero y la cabecera.
1. Se derriba la capilla de santa engracia para ampliar en gran medida la iglesia por el este. Se construye un nuevo crucero.
2. se construye una cúpula que oculta la visión del cimborrio.
3. La segunda torre, de estilo barroco, se construye sobre el último tramo de la nave de la epístola (1550-1555).
4. Se derriban las paredes de Santa María la Vieja con el objetivo de ampliarla. La capilla resultante es la de Santa María la Antigua.
5. Se amplía la estructura original para construir la capilla de San Agustín. El Cristo de las Ánimas, obra de Arnau de Bruselas, se encuentra en esta capilla. Data del siglo XVI. Actualmente se expone a la altura de los ojos para poder admirar la obra con nitidez.
6. Arnau de Bruselas completa la ampliación de la iglesia con el retablo mayor.

XVIII en adelante.
El claustro se finaliza, incluyendo la sacristía, la sala capitular y la capilla del Pilar.
La Colegial iglesia de Santa María presenta una planta basilical de tres naves con tres tramos cada una, crucero y triple cabecera con tres capillas comunicadas entre sí con el ábside central rectangular y las colaterales ochavadas de cinco paños y, además, coro, claustro, capilla aneja de la Virgen de la Antigua, sala capitular y sacristía.
Durante el siglo XVIII se emprendió una reforma que tuvo por objeto reforzar elementos estructurados interiores para que el edificio pudiera soportar suficientemente el empuje de la aguja piramidal del exterior, realizada en estilo barroco incluyó la cúpula interior, los pilares angulares y arcos de refuerzo y las cuatro capillas situadas en los flancos del crucero.
En el interior, podemos ver expuestas esculturas que datan del siglo XIII, como la Virgen del Ebro, Virgen de la Antigua y la Virgen de Palacio.
La Virgen del Ebro fue encontrada en el siglo XIX. Se expone en la capilla de San Marcos, en la cual se detallan las modificaciones que ha sufrido la escultura.
La Virgen de la Antigua es de las pocas esculturas en piedra que existen del siglo XIII. Se expone en la capilla de la Antigua.
La Virgen de las Nieves o de Palacio se remonta hasta el siglo XII. Se puede encontrar en la sala capitulas.
El Cristo de las Ánimas, obra de Arnau de Bruselas, se encuentra en la capilla de San Agustín y data de siglo XVI, al igual que el retablo mayor. Actualmente se encuentra expuesto a la altura de los ojos para que se pueda admirar la obra. Muchos de los creyentes afirman que de esta forma les incita a hablar con Él.

Conclusión.




Como se puede comprobar tras realizar este recorrido histórico, la historia de Santa María de Palacio está totalmente ligada a la de la ciudad de Logroño. A nivel nacional también ha gozado de reconocimiento. Varios reyes de España juraron en esta Iglesia respetar los privilegios de la ciudad.
Respecto a su arquitectura, cabe destacar la singularidad de su aguja. Pocas se pueden ver en España que tengan esta complexión y más tratándose de una construcción del siglo XIII. El resto del edificio goza de gran riqueza debido a la multitud de periodos artísticos que comprende. Todos estos estilos conviven en perfecta armonía haciendo de Palacio una pieza única. 

Una triste estampa.



Logroño no es ciudad que pueda presumir de valiosos monumentos, eso, o que algunos de estos pasan desapercibidos bajo una capa de dejadez y porquería. A pie de la ruta de peregrinaje, en pleno casco viejo, se encuentra nuestro objeto de reflexión. Atravesando algunas calles con olor a orines, a veces decoradas artísticamente con "grafitis" dignos de la pared del lavabo de un bar, y pasando frente a unas fachadas en ruinas sin casa tras ellas, está la iglesia Imperial de Santa María de Palacio.
Dos vagabundos se apostan en un banco situado enfrente. Otro hace guardia en la puerta a la espera de que caiga alguna limosna. La ropa oscura y sucia del sintecho concuerda perfectamente con la fachada, ya casi negra. Los años y los coches han ido ennegreciendo la portada que un día visitaron reyes como Carlos I. Célebres personajes históricos al igual que el resto del populacho, durante siglos, se paraban asombrados a admirar la aguja de Palacio en el mismo sitio donde ahora ven pasar las horas los dos mendigos sentados en el banco. A pesar del panorama, estas personas humildes no son las que desentonan, pues la parroquia realiza tareas sociales dirigidas a los menos pudientes. Lo que resalta de esta estampa es la tristeza de este admirable monumento histórico, sucio, desaliñado, olvidado.
Las entidades locales dan la espalda a la iglesia de Palacio. No se sabe bien por qué esta parroquia, así como el resto de la zona, está sometida a semejante abandono. Mientras no se para de construir a las afueras de la ciudad pisos fantasma, o se arreglan fachadas que acaban pareciendo neveras con ventanas en el casco, el párroco de palacio hace malabarismos por las bóvedas de la iglesia para acceder a las torres. A parte de la poca preocupación por la vida del cura que pueda tener el ayuntamiento, Santa María de Palacio no es una simple iglesia, es parte del poco patrimonio histórico que tiene una ciudad como Logroño y, con lo cual, tenemos la obligación de conservarla debidamente.
Interior de la aguja.
Santa María de palacio se sitúa a pie del camino de Santiago. Se podría decir que ha sido testigo de los peregrinos desde hace siglos. Pero la realidad es la inversa, la iglesia no ve, sino que son los peregrinos los que la ven a ella. A su paso por el camino pueden observar con expectación y sin soltar la cámara de fotos la ennegrecida por fuera y polvorienta por dentro, iglesia de Palacio. Y, si no quedan contentos, pueden continuar por sus calles, adornadas con elegantes placas de hierro en el suelo para la cómoda circulación de los coches. Si miran a los lados, tendrán unas fotos estupendas de las casas viejas y poco cuidadas de los habitantes más humildes de la ciudad. Si tienen suerte con el día, no advertirán el dulce olor que queda en la zona de marcha de la ciudad a la mañana siguiente a un día de fiesta. Pero para llegar hasta allí ya nos habríamos ido muy lejos de Santa María de Palacio, pues el casco viejo de Logroño es tan extenso que pueden permitirse descuidar gran parte del mismo.

Los años dejan una buena mella


En España podemos presumir de los centros de nuestras ciudades. Raro sería encontrarnos una urbe sin una buena y longeva historia, sin alguna batalla o sin edificios grises, viejos y hermosos a su manera. Podemos encontrar de todo tipo de construcciones. Auténticas maravillas que se alzan imponentes hacia el cielo con sus enormes bóvedas, como nuestras catedrales. Castillos que hoy en día siguen infranqueables, resultado de un elaborado trabajo de ingeniería.  Palacios, casas, muesos. Una lista interminable de monumentos más que dignos para un catálogo turístico.

La ciudad de Logroño también tiene derecho a presumir. Aparentemente humilde en este aspecto, podemos hallar gran riqueza histórica en multitud de rincones. Nos adentramos en su casco viejo para ver la Catedral de Santa María La Redonda, tras dejar atrás la transitada calle Portales. Sus dos grandes torres y su fachada atraen las miradas de los transeúntes que pasean y toman el vermú en la plaza del mercado. En el interior de La Redonda, como una pequeña atracción turística, a cambio de una pequeña limosa, encontramos un pequeño cuadro de Miguel Ángel. Pero La Redonda ya atrae suficientes miradas. Sin ofender a la catedral de la capital riojana, como un historiador, tiendo a perderme entre las callejuelas más antiguas del casco.
En una de esas estrechas calles, casi desapercibida, encontramos la tímida iglesia de Palacio. Para el ciudadano no observador, pasa desapercibida. Su fachada no parece guardar ningún tesoro, se camufla con el gris del resto de los edificios. Las dos torres, desde la entrada, parecen de la misma altura. La aguja, a lo lejos, adorna el paisaje logroñés. Ignorantes de su historia, solo es una iglesia, son sus santos y sus cruces. Sometida a un breve análisis, empezamos a notar cambios en sus muros. Numerosas reparaciones, pocas actuales. Se puede observar los puntos en los que se amplió su estructura numerosas veces. Entramos. Poco queda del Medievo, pero esta iglesia se caracteriza por tenerlo todo. Todo, menos el respeto que se merece. Unas grandes columnas barrocas, estructura gótica recreada sobre el románico original de la capilla nueva. Esculturas y cuadros llenos de polvo, la más joven rondará los trescientos años. Y su retablo renacentista, envidia de la iglesia de San Bartolomé. Su aguja, ochocientos años y sigue en pie.
En la arquitectura, el arte y la historia van de la mano. No se concibe uno sin lo otro. Sin datos de fechas, se puede adivinar la evolución de Palacio, solo con observarla con tiento. Estos grandes pequeños proyectos, que se ocultan entre las calles más ancianas de las ciudades, tienen un valor arquitectónico muy respetable. Santa María de Palacio no goza de la admiración que tiene la catedral de La Redonda, pero no por ello dejan de ser admirable.

Pinchos vs Iglesias


El  Cristo de las Ánimas está expuesto en una de las capillas de Santa María de Palacio. Esta magnífica obra de Arnau de Bruselas se dice que se colocó a la altura de los ojos para poder apreciarla con detalle. Maravillosa idea. Se podría sospechar que este acto de acercamiento del arte es un mero método de alejamiento del arte. Alejamiento de las zonas más débiles de la estructura. Cuánto más baja esté la escultura, menos fuerte será la caída. ¡Menudo cristo se montaría de romperse la obra estrella del templo en pleno altar!

Pero todo parece que no importa si la aguja sigue en pie. Que no se diga que Logroño no sabe guardar bien de sus pinchos. Tampoco anda flojo de publicidad el cimborrio, eso sí, aléjese. En la puerta principal de Palacio deberían poner un cartel con el siguiente mensaje: “camine 100 metros calle arriba. Cuando divise el puente de piedra crúcelo hasta la mitad. Párese y contemple las torres de la Iglesia de Santa María de Palacio”. De todas formas, sería un cartel inútil ante lo obvio. De lejos, la silueta logroñesa se enorgullece de la aguja. Símbolo de la ciudad. De cerca, no vale la pena, a no ser que se dedique a jugar al mus con los sin techo de la puerta.

Caminaban desorientados un grupo de japoneses a la sombra de Palacio. Con un mapa a modo de volante de coche, giraban la cabeza en numerosas direcciones. Finalmente, decidieron por preguntar por la ubicación de la Iglesia que tenían a la espalda a un señor que paseaba a su perro. Poco convencidos con la respuesta del paseante, todos al unísono decidieron comprobar dónde estaban. Mirada al cielo, con la nuca en la espalda, a ver si encontraban el capirote logroñés. Mientras el perro hacia sus cosas en la propia fachada, los japoneses discutían en grupo qué hacer. Si entrar en la iglesia o irse a la calle Laurel a por unas tapas, de las que muy bien hablaba su guía turística. Parece fácil la elección. Hacer un alto en una iglesia con una cagarruta en la puerta, o seguir hasta el garito donde ponen unos champiñones de esos que ya les gustaría degustar en Asia. Ante el asombro del espectador, el grupo de extranjeros entró en la Iglesia de Palacio y se quedó un buen rato, degustando el legado histórico riojano. Parece que los de fuera, saben apreciar mejor el valor de lo que nosotros tenemos a un paso.